Si tuviera que cruzar la frontera, estaría extremadamente estresado y nervioso. Mi cuerpo se debilitaría cada día por el agotamiento y la deshidratación. Yo sería miedo de ser secuestrado y retenido para pedir un rescate, o incluso morir en el viaje. También me asustaría ser atrapado por un oficial de aduanas y colocado en un centro de detención. Para estar seguro, contrataría a un coyote y le pagaría dinero para que me cruzara la frontera de manera segura. También viajaría con compañía en lugar de viajar solo para minimizar el riesgo de ser traicionado por el coyote.