Hace dieciocho años, mi familia cruzamos el desierto para Estados Unidos. Nací en Tijuana. Sus ciudad tuvimos problemas con pobreza y mi padre buscaba por trabajos. Mi padre pagó un coyote por ayuda con cruzar la frontera. Fue dificil, porque no había mucho comida ni agua. Cruzamos a las noches para evitar el agentes de la frontera. Había sido muchos días antes de llegamos. Mi padre pudo encontrar un trabajo en Estados Unidos, y todavía vivo aquí hoy. Soy consciente de que otros no eran tan afortunados o exitosos. Muchos han sido arrestados y deportados a México. También sé que las mujeres han sido secuestradas por coyotes y retenidas por rescate.